viernes, 3 de junio de 2011

Nota en Página12

La academia cerca del barrio

Ante “el retiro de los programas sociales de la ciudad”, explica el decano Hugo Trinchero, el Cidac busca “cubrir ese bache” y “generar una reflexión innovadora sobre la relación entre universidad y sociedad”. Dará cursos abiertos al público y otros curriculares.








“No somos los iluminados que venimos a enseñar, todos tenemos saberes y los construimos en conjunto”, dice Mirtha Lischetti, coordinadora del Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (Cidac), creado por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) en el barrio de Barracas. El nuevo centro busca poner a la universidad en correlación con las demandas sociales de la zona, a través de una propuesta interdisciplinaria que ofrecerá cursos, talleres y seminarios abiertos a todo el público. “Teniendo en cuenta el retiro de los programas sociales de la ciudad, y sobre todo en el sur de Buenos Aires, nos interesa hacer un aporte para cubrir de alguna manera ese bache, y a su vez generar una reflexión innovadora en cuanto a la relación entre universidad y sociedad”, explica el decano de la facultad, Hugo Trinchero.

El Cidac está dividido en áreas: salud mental comunitaria, asuntos jurídicos, trabajo infantil, salud y población, educación, ambiente, formación para el trabajo, arte y sociedad, migraciones, entre otras, y cada una de ellas tiene un proyecto propio. “Aquí ponderamos la agencia no solamente social, sino política y epistémica de los sectores populares”, dice Ivanna Petz, subsecretaria de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la facultad.

“Al principio yo tenía desconfianza, había una compañera que se sentía como una rata de laboratorio”, dice Hernán Pérez, una de las doce personas desocupadas del barrio que fueron convocadas para construir el Cidac. Dos de ellas, Hernán y Adriana Rueda, quedaron en relación laboral con el equipo del Cidac, ubicado en Suárez y Lafayette, Barracas Sur, cerca de la Villa 21/24, del Núcleo Transitorio Zabaleta y junto a la Estación Buenos Aires del Ferrocarril Belgrano Sur. El barrio está fragmentado por amplios terrenos baldíos, edificios abandonados, depósitos y galpones. “No sabíamos ni agarrar un martillo, y ahora puedo levantar una pared, poner una ventana”, continúa Hernán, que vive en la Villa 21/24, y confiesa que aquel temor que mencionaba viene de su infancia, de no saber nada y entonces hacer el ridículo. Adriana Rueda lo corta: “Yo siempre trabajé cómoda, y aprendí mucho”. Su hija, Flavia, fue también una de los doce constructores. “Ella es muy minuciosa, así que le dejábamos los detalles”, dice Adriana.

Los seminarios y talleres trabajarán así: lo primero es ubicar el problema, luego desarrollar la investigación y por último pasar a la academia, es decir, a las clases. Hay una ecuación que se da vuelta: “El recorrido es inverso a la forma clásica de enseñanza académica. Aquí no se parte del seno de la disciplina, sino de la situación concreta”, dice Ivanna Petz, y Mirtha Lischetti agrega: “El trabajo es con las manos, con lo cotidiano, y no desde el ministerio”.

Ya se está dictando el seminario “Salud colectiva y atención primaria de la salud: la reflexión antropológica”, a cargo de Cecilia Giani y María Cecilia Sacglia, y dirigido a los alumnos de la carrera de Antropología. Para aprobar la materia, los estudiantes deben hacer una monografía a partir de un trabajo de campo desarrollado en el mismo barrio. “El trabajo de los estudiantes no queda en un documento, sino en una intervención dentro del territorio”, dice Petz. Entre otros seminarios, también se está dictando uno sobre “Arte, identidad y cultura: investigación, producción y archivo en la recuperación y consolidación de lazos y redes comunitarios”, dictado por Claudio Lobeto, profesor de la cátedra Grüner.

Bajo este proyecto, que fue financiado por el Ministerio de Trabajo de la Nación, los grupos de investigación y docencia de la UBA apuntarán a entrar en contacto con las distintas problemáticas sociales del barrio y sus alrededores, e intentarán articular soluciones de manera interdisciplinaria y colectiva. “Venimos a escuchar, a trabajar con el barrio, pero no hacemos asistencialismo”, remarca Petz y comenta el proceso de constitución del proyecto: “Tuvimos que acompasar dos lógicas burocráticas, la del ministerio y la de la facultad”. El proyecto del Cidac, en efecto, comenzó con reuniones en la cartera de Trabajo, mientras desde la facultad empezaban a vincularse con distintas organizaciones de la zona para convocar a desocupados que pudieran interesarse en la propuesta. En junio de 2009 empezó la edificación y este cuatrimestre, luego de un largo trabajo, pudo inaugurarse y ponerse en marcha.

Informe: Agustín Saavedra.



http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-169361-2011-06-03.html